La caza en Europa cambió con la llegada del arma de fuego. Fue el Emperador Carlos V el que fomento y autorizo en España el uso del arcabuz en la montería. Pero la revolución de la montería fue a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, donde los cazadores con rifles cazaban en puestos fijos establecidos y perros de rehalas batiendo las manchas para mover las reses.
En la actualidad, la montería y las rehalas están declaradas como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Patrimonio Cultural Inmaterial, tanto en Extremadura como en Andalucía, porque la montería no es sólo caza, sino un aprendizaje que revive los orígenes, exterioriza la esencia, revive los recuerdos y conserva las raíces. Es como dicen algunos cazadores: “soñar despiertos, establecer una simbiosis con la naturaleza, y valorar el ciclo de la vida”.
Estos sentimientos que trasmite la montería, generan riqueza en las zonas rurales, amenazadas por la despoblación, crea empleo y protege la cultura y las tradiciones más antiguas de los pueblos.