Los ciervos machos adultos presentan a finales de verano su máximo esplendor. Están fuertes y sus cuernas, que han estado creciendo desde la primavera, presentan su tamaño definitivo y el color marrón característico, comienzan a marcar su territorio y empiezan las luchas entre los ciervos más fuertes. Las ciervas por su parte están preparadas para concebir.
Cuando llegan las primeras lluvias después de la época estival, comienza a cambiar el tiempo y los días se hacen más cortos, comienzan a escucharse los primeros berridos en las dehesas y en los claros de los bosques. Finalmente, tras días de luchas agotadoras, los machos vencedores son los que atraerán a un mayor número de hembras que formarán parte de su harén y comienza el proceso de apareamiento.