Para mantener la genética de los ciervos es necesario que las poblaciones estén equilibradas en cuanto a la proporción de machos y hembras y, a su vez, la edad de los machos cuente con distintos ejemplares de diferentes edades que garanticen tanto la competencia por las hembras como la renovación generacional.
Es por eso que la gestión debe ser muy minuciosa, para ello se debe trabajar vigilando a los animales todo el año, su desarrollo, sus carencias e intentar aprovechar la genética de grandes ejemplares lo máximo posible, una vez estos ya no puedan cumplir esa función, estando en el final de su vida y antes de que sus trofeos se degraden, se les podrá hacer un aprovechamiento cinegético.
El ciervo es una pieza fundamental no sólo en la gestión de la caza mayor en España, sino también en la gestión de otros muchos usos con los que interacciona, así como en la conservación de muchas áreas naturales y especies amenazadas en nuestro país.