Encarna afirma sentirse plena, le encanta su profesión, ha hecho lo que le ha gustado, ha sido feliz. Lo que más le gusta es el apoyo y la gratitud de todos los vecinos. A veces, los clientes le cuentan sus historias, muchas veces de dolor. Guarda mucha gratitud al pueblo. Cuando trabajaba hacía las dosis individuales de medicamentos para algunos vecinos con su auxiliar, considera que ese trato personalizado siempre es agradecido. “Por el pueblo de Táliga no puedo sentir más que gratitud” afirma con alegría. Su marido era peluquero en Badajoz, iba y venía al pueblo hasta que se jubiló. Sus hijos no han querido la farmacia. Encarna no elaboraba fórmulas en la farmacia porque no tenía laboratorio, cuando la compró elaboraba las fórmulas en el Colegio de Farmacéuticos de Badajoz, luego eso se prohibió por ley, sólo las farmacias que tuviesen laboratorio podían elaborar, ella vendía como 12 fórmulas al mes y no merecía la pena poner un laboratorio. El trabajo en la farmacia ha cambiado mucho desde que ella la abrió. Cree que la farmacia se ha hecho más cercana al ciudadano, ha ido a mejor, había tentativas de liberalizar y se paralizaron, ella considera que así es mejor. La farmacia tiene que ser como un servicio público, para ella. Por su carácter inquieto ha estado involucrada en varias iniciativas y asociaciones, de hecho estuvo desde 1997 hasta 2008 como secretaria del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz.
44 años velando por la salud de sus vecinos en Táliga
Viernes, 18 Octubre 2024