En un mundo dominado por pantallas y tecnología, todavía hay espacio para la magia de los juguetes de siempre. En Extremadura, los niños (y no tan niños) pueden descubrir piezas únicas que despiertan la imaginación y conectan generaciones: desde la clásica muñeca de tela hasta la inmortal hucha de cerdito, pasando por trenes de madera, juegos de mesa tradicionales o incluso la recreación de figuras tan nuestras como el Jarramplas.
Lo que hace especiales a estos juguetes no es solo su simplicidad, sino el cuidado artesanal con el que se elaboran. Cada pieza es única, creada a mano por artesanos extremeños que mantienen viva una tradición que se remonta a décadas. No son productos de línea de montaje; son objetos con alma, capaces de trasladar a los niños a un mundo de creatividad, fantasía y juego libre.