El estudio de la pintora es el espacio privado para una actividad íntima, como puede ser dibujar, pintar, bordar una tela, diseñar un anillo, amasar un catálogo. No es solo un lugar definido por paredes y ventanas, es el territorio de una sucesión de acciones seductoras, de un tejido de experiencias y miradas, un tejido de tiempo. A lo largo de los años, la obra de Lourdes Murillo no se afirma sobre nada que no sea la vida, de la que nunca puede escapar: cada obra es un mundo y cada mundo es propio, como el del espectador. De ahí quizás provenga lo silencioso de su pintura y también el ingenio de un lenguaje propio, de símbolos y obsesiones, que recurre a técnicas y materiales más allá del lienzo, refinando los recursos estéticos y expresivos, dando valor a la fusión. Y al buen hacer, porque ante todo, el taller de Lourdes es el lugar de su ocupación habitual, de lo que siempre quiso ser, desde sus primeros pensamientos.
El Lince 3.0: Lourdes Murillo, oficio de artista
Viernes, 13 Diciembre 2024