El Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida dispone de un almacén, donde desde hace 27 años, se documenta, se restaura y se protege el material encontrado en las miles de excavaciones de los últimos 27 años.
Son cientos de miles de piezas, que aguardan en cajas, y dentro de cada una de ellos un pedazo de la historia de Mérida, de su yacimiento arqueológico en el que se han ido superponiendo más de 2.000 años de antigüedad.
Entre esas piezas se encuentra un impresionante grifo con cabeza de águila. Una talla preciosa, que se asocia al culto al Emperador y que seguramente hubiera pertenecido al Foro del Templo de Diana. Entre los tesoros que nos muestran, hay también una copa de vidrio sueva del siglo V, perteneciente al enterramiento de las llamadas “Princesas suevas” o una cruz de época medieval, que apareció en la Basílica de Santa Eulalia.
Piezas, testigo del gran pasado de Mérida, cuatro veces capital en su historia, como remarca la arqueóloga Juana Márquez. “Mérida fue capital en época romana, fue capital de la diócesis de todas las hispanias, con los suevos, luego en época visigoda y ahora, en la actualidad también”.