“Desde que era niña me gustaba, yo le pagaba a mis amigas las fotos para que se pusieran a mi lado, porque me daba apuro ponerme yo sola”. Los inicios de Chonita en la fotografía fueron complicados, su familia “no quería que fuera fotógrafa” si no costurera y que aprendiera el oficio en su pueblo, San Martín de Trevejo. Sin embargo, su pasión la llevo a Castilla y León, a la localidad de Ciudad Rodrigo, donde con la ayuda de su tío consiguió aprender el oficio en uno de los estudios más prestigiosos de la ciudad en aquella época.
Desde entonces, el paso del tiempo y los momentos más reseñables han quedado retratados a través de su lente y de la de Maxi, su marido desde hace 62 años, con el que comparte la misma profesión. Una pasión que han sabido transmitir a sus hijos, que también se dedican a la fotografía.