Este vecino de La Garrovilla nos recibe abriéndonos las puertas de un lugar único en el pueblo, el Museo Laura Fátima Molina, al que Pepe bautizó así en honor a su nieta: "porque como es la única que tengo, todo a nombre suyo".
Recorriéndolo descubrimos bañeras, materiales de afeitado de las antiguas barberías, herramientas de labranza tradicionales y muchos objetos curiosos, como una matraca hecha a mano por Pepe. "Cuando era monaguillo la tocábamos en Semana Santa porque no se podían tocar las campanas". Eso sí, había que tener mucho cuidado porque el dicho de "no dar la matraca" tiene un origen que bien conoce Pepe: "si te pegabas mucho a una vivienda el vecino se molestaba, teníamos que ir por la mitad de la calle".