Los dos tenían una vida relativamente cómoda en sus países de origen pero acabaron en España. Bouba y Hamza Fall se conocieron en Montijo. Los dos habían migrado desde África. Uno entró por Almería, el otro por Canarias. Cuando llegaron no tenían absolutamente nada. Ahora, los dos tienen todos los papeles necesarios. "El camino no ha sido fácil", confiesa Bouba, que intenta informar a los migrantes que llegan a centros de acogida como el albergue de Mérida de los derechos y deberes que le amparan y de lo complicado que será obtener la documentación que necesitan para poder quedarse en Europa.
Informar de lo que les queda por delante a los migrantes que llegan a Europa es importante, pero mucho más reconocen tanto Bouba como Hamza Fall, es poder contárselo a los que cada día intentan venir a Europa. Un sueño que no solo puede no cumplirse, si no que está lejos, muchas veces, de lo que les han contado.