Puede parecer que el momento del trasplante es el más importante de este relato. Sin embargo, en esta entrega les proponemos perdernos sin prisa por los pliegues del día a día en el Hospital Universitario de Salamanca. Toni y Ramón, dentro. El resto del mundo fuera. Pero solo físicamente.
Durante ese mes de confinamiento compartido, compartieron una vez más la vida, con todos sus aliños: La espera, la incertidumbre, la creación de rutinas... con paseos de diez mil pasos dentro de una sola habitación, el disfrute de series, siestas. Y hasta trozos de cielo. (Regalos de quien sabe mirar).
De fondo, la radio, Cohen, Extremoduro ,Sabina... y mucha, mucha gente ahí fuera, imaginando mil maneras de arroparles. Y consiguiéndolo. Valiosa red.
El tiempo de un micromundo menos hostil de lo esperado en el Hospital Universitario de Salamanca, de donde todos destacan el valor de la atención clínica y humana.
Desde esa oda a las buenas prácticas sanitarias, Ramón nos habla de la enfermera Cristina, que mientras esperaba a que la morfina hiciera su efecto en Toni, se quedaba a su lado. Y le acariciaba la espalda.
Las continuas referencias de Ramón y Toni a su papel en este proceso, nos hacen cruzar camino con Noelia, también enfermera. Con ella, conversamos sobre el buen trato sanitario, sobre el riesgo a sufrir por la creación de vínculos... y sobre la humanización de la sanidad, siempre en el centro.
Lo centra ella: "Debería ser lo normal".
Sea.