El empate en Huelva y el sueño frustrado del ascenso del Cacereño deja un poso de felicidad en un día marcado por la tristeza del final de temporada.
El poso de felicidad viene marcado tanto por el nivel mostrado por el equipo como, sobre todo, por la comunión creada con una afición que ha crecido de forma notable a lo largo de la temporada.
El ascenso se escapó por poco. "Se ha escapado de la yema de los dedos" decía el presidente, Carlos Ordóñez recordando que un gol más hubiera permitido al Cacereño jugar en Primera Federación la próxima temporada.
Pero no subir no altera el rumbo ni el paso. No ascender no cambia nada ni afecta al proyecto que hay en marcha, asegura el dirigente verde que insiste en que no peligra un proyecto que comenzará a realizarse mañana con una idea "lo más continuista posible", aunque matizaba que depende de más factores.
La campaña de abonos saldrá también de forma inmediata para aprovechar las ganas que ha demostrado la afición. "Ser cuantos más mejor" es el reto de un Carlos Ordóñez que terminaba haciendo un llamamiento elocuente a su hinchada: "Un club es un grande por sus aficionados".