Ha pasado un año desde que se produjeran las declaraciones del Presidente del Gobierno central dando luz verde al Estado de Alarma. Un año que ha cambiado nuestras vidas para siempre. Tras esto, se acabaron los abrazos y los besos... las visitas a nuestros seres queridos... y llegó la soledad no deseada a muchísimas personas, en su mayoría, de edad avanzada que vieron cómo se les escapaba la vida sin poder despedirse de sus más allegados.
Un año de dolor... de miedo... de incertidumbre... de muchísima tristeza... de nacimientos en cautividad... y de amargas y contenidas despedidas.
También de nuevas palabras que ya forman parte habitual de nuestras conversaciones: pandemia... confinamiento... cuarentena... Términos que nos alejaban de nuestra gente querida mientras llegaban a nuestras vidas nuevas herramientas con las que romper esa lejanía: Las video llamadas... y las ciber cañas de los domingos.
La adaptación llegó, el ser humano se adapta a todo, con mayor o menor facilidad, pero se adapta, y todos aprendimos a utilizar esas nuevas herramientas. Pero sobre todo, quienes cuidan a nuestras personas mayores... a quienes nos prohibieron ir a ver en sus residencias, sin duda, éstas las grandes damnificadas de esta pandemia. Esas trabajadoras que se encerraban con nuestras abuelas y nuestros abuelos para evitar que el coronavirus entrase en sus instalaciones y que dejaban en sus casas a sus familias...
Esas cajeras de los supermercados, las trabajadoras de la limpieza y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que lo han dado todo. Incluso sus vidas.
Y cómo no... todo el personal sanitario... Quienes han estado en primera línea y que han priorizado siempre la vida de sus pacientes antes que las suyas propias. Una fuerza desplegada en primera línea que en nuestra región se ha traducido en 4 defunciones de sanitarios y sanitarias. Más de 100 en todo el país...
Una pandemia que nos ha demostrado que sin ciencia no hay futuro...
Una pandemia que, aquí, en nuestra tierra, en Extremadura, arrancaba unos días antes, el 13 de marzo de 2020, con el cierre por aislamiento social de Arroyo de La Luz, en Cáceres.