No son pocas las víctimas que se han cobrado las aguas del Guadiana a su paso por Cheles. De ahí que, a medio camino entre la tradición oral, la leyenda y la fantasía, se hable de la figura del barquero, con el fin último de evitar que los más pequeños se acercaran al río. Vestido con una capa negra y capucha marrón, este personaje misterioso que se oculta entre las matas tiene como característica más temible un gran colmillo que sobresale de su boca y con el cual atacaba a los niños desprevenidos, desangrándolos y dejándolos en la orilla, simulando que se habían ahogado.
Una historia que se entrelaza con eventos reales acaecidos en la zona, como la misteriosa muerte de un adolescente en 1891, cuyo cadáver fue encontrado flotando en el agua sin signos evidentes de ahogamiento.
A pesar del paso del tiempo, la figura del Barquero del Colmillo sigue viva en la memoria colectiva de Cheles. Se dice que en noches de luna llena, su sombra aún se puede ver cruzando las aguas tranquilas del embalse de Alqueva, buscando a algún niño despistado para continuar con su macabro ritual