Ubicado en las estribaciones de la Sierra de San Pedro, en el puerto de Albahaca, el pueblo de Alburquerque cuyo rasgo más característico es la presencia de alcornoques. Con Eduardo Maya, técnico de la Oficina de Turismo hemos paseado radiofónicamente por este pueblo pacense. De cara al futuro, esta población busca posicionarse como uno de los destinos medievales más importantes del patrimonio de toda Extremadura y también del país. Además, desde lo alto de su
El antiguo barrio medieval y sus murallas están declaradas Conjunto Histórico-Artístico, también llamado Villa Adentro o Barrio de la Teta Negra, donde se conservan nobles caserones del siglo XV. Se accede por la Puerta de la Villa, situada junto a la plaza España y frente a la iglesia de San Mateo. En esta puerta se puede ver el escudo de armas del hijo del Rey Dionisio I de Portugal. Y es que, la historia de Alburquerque siempre ha estado ligada a las guerras con Portugal.
En el cerro, coronando el casco histórico de Alburquerque se encuentra el Castillo de Luna. Precisamente, es obligada su visita ya que es una de las fortalezas más destacada de la Raia. De época románica, su interior es conocido como recinto de los Portugueses ya que fue construido en época de dominación. Con el tiempo, Don Álvaro de Luna mandó edificar la Torre del Homenaje y unida a la Torre de los cinco picos o puntas, mandada construir por Don Beltrán de la Cueva a través de un puente.
Otros de los edificios a visitar dentro del castillo es la iglesia de Santa María de las Reliquias. También hay que pasear por la muralla medieval. Y por supuesto, visitar la Iglesia de Santa María del Mercado, del siglo XV. Por fuera no aparenta lo que tiene en su interior. A mitad de camino entre el estilo románico y gótico. Custodia la venerada imagen del Cristo del Amparo y un retablo del primer tercio siglo XVI.
Y al abrigo del risco de San Blas, están las pinturas rupestres, realizadas entre el periodo Neolítico y la Edad de Broce, declaradas Monumento Histórico-Artístico en el año 1924.