"La soga no tiene que estar ni muy floja ni tan fuerte que no te deje respirar... la confianza en la persona que te viste de empalao es fundamental y la necesidad de sentirte arropado por los tuyos". En Valverde de la Vera la emoción permanece viva a lo largo de todo el año e incluso de manera especial en estos dos en que la pandemia ha obligado a los Empalaos a mantener su sentimiento en casa. Pero todo llega y de nuevo en la madrugada del jueves al viernes santo las empedradas calles alfombrarán el caminar penitente de una tradición inmemorial transmitida de abuelos a padres, hijos, nietos...
"Los que somos de Valverde llevamos siempre este sentimiento, pero cuando se acerca la Semana Santa notas una especie de cosquilleo que te recorre todo el cuerpo. Es muy difícil de explicar". Raúl González es presidente de la Cofradía de los Empalaos de Valverde de la Vera y ha hecho el viacrucis 16 años seguidos junto a su hermano como veía hacerlo a su padre. Hoy mezcla irremediablemente emoción y cierta frustración porque "tras estos dos años de parón obligado, tampoco este año podré vestirme por una lesión en una pierna". Pero eso no le impedirá estar en cuerpo y sentimiento cuando el reloj toque la media noche del jueves al viernes santo y en Valverde de la Vera sean la vilortas las que marquen tiempo de promesa y tradición.