Cada jueves encendemos la emisión de nuestro programa bajo la premisa (y la presión) de que tenemos solo una corta y preciosa vida, y de que es poco inteligente gastarla odiando. Pero ¿qué sabemos de esa energía tan poderosa? ¿De donde nace esa pasión de rabia personalizada?
Quizá sea necesario conocerla un poco más (para desactivarla).
Por sus consecuencias para el mundo.
Para otros, otras y otres.
Para tí. Que cada vez que odias gastas energía, atención y salud.
En el Sol Sale por el Oeste recibimos con gran felicidad a un extremeño referente en la materia, el sanvicenteño Ignacio Morgado. Es catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia y profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la que es decano fundador. Un emerito en el estudio del cerebro, autor de más de un centenar de trabajos especializados en psicobiología y neurociencia cognitiva y autor de multitud de libros.
Ponemos el foco en uno de ellos "Emociones corrosivas: Cómo afrontar la envidia, la codicia, la culpabilidad y la vergüenza, el odio y la vanidad" (Ariel, 2017) y le pedimos las claves de la emoción que más nos interesa, una de las más corrosivas, el odio. Ese que rompe relaciones humanas y enciende el combustible en interminables conflictos bélicos.
Les animamos a participar de las reflexiones surgidas en esta conversación de palabras sencillas sobre una emoción compleja, el odio:
Una emoción con poca base genética pero gran carga social (al fin y al cabo, a nadie le gusta odiar solo).
Odios, en plural.
De dificil cura, pero de necesaria sanación.
Por nuestro bien.
De aperitvo, antes de pulsar en el centro de la imagen para escuchar a Ignacio Morgado, o quien sabe si después, compartimos algunas de sus ideas:
Humanizar al odiado, recordar que tenemos frente a nosotros a un ser humano igual que nosotros nos ayuda a entender que es mucho más lo que tenemos en común que lo que aparentemente nos enfrenta. Que no nos engañe "la otredad".
Asumimos, eso sí, que como emoción visceral que es, no es facil dejar de odiar a alguien o algo. Pero al menos, podemos elegir no hacer daño a quien odiamos.
No es poco.
Es de sabios.
Existen muchos "nutrientes del odio". Tan fácil de alimentar...
Frente a ellos, para neutralizarlo:
La razón al servicio de emociones aliadas, la educación, y la cooperación, esencial para la supervivencia y para el progreso de las sociedades.
A ellas nos aferramos.