Hoy es jueves, 11 de febrero y celebramos, tan sólo desde el año 2015, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Su objetivo, lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia y en el desarrollo de la carrera científica para las mujeres y las niñas, buscando también su empoderamiento. Sobre ello ello, he preguntado a tres profesoras de la Escuela Politécnica de Cáceres. Son Inma Torres Castro, Catedrática en Matemáticas, Pilar Bachiller, Doctora en Tecnología de los Computadores y de las Comunicaciones y Elena Jurado, Doctora en Informática. Todas profesoras de la Universidad de Extremadura.
Todas apuntan a que un cambio en el modelo educativo sería lo deseable. Destruir estereotipos y concienciar en igualdad es básico desde edades tempranas. Lamentablemente, apuntan, aún sigue habiendo comentarios que denostan la capacidad intelectual de las niñas. Y lo peor de todo, es que muchos de esos comentarios, se dan en el propio hogar. Esto hace que muchas niñas pierdan su confianza y se sientan 'menos listas' de lo que en realidad son. También se debe romper con el sesgo de género que sigue existiendo y que viene a decir que el hombre es mejor que la mujer en cuestiones de talento.
Sin embargo, y a pesar de que hemos avanzado y cada vez más mujeres estudian disciplinas científicas, solo una cuarta parte de quien investiga son mujeres. Entonces... ¿a qué se debe este desequilibrio? y ¿cómo podemos cambiarlo? Para estas tres científicas, la primera acción a desarrollar se centra en la búsqueda de referentes de mujeres científicas, referentes cercanos en el tiempo. Estudiar a Curie es fundamental, pero también a científicas coetáneas en las que inspirarse.
Referentes que, a veces, son difíciles de encontrar. Quizás porque en algunas ocasiones, la maternidad se ha convertido en un freno para el desarrollo de la carrera científica y mujeres que podrían haber llegado muy lejos, no pudieron seguir con sus estudios. No obstante, el trabajo científico no tiene horario fijo, de ahí, que se vea el lado bueno para la crianza. Aunque tampoco debemos olvidar que la propia maternidad y la crianza, de por sí, ya son trabajos que consumen mucho tiempo, de ahí, que muchas científicas se planteen retrasar lo máximo posible la maternidad, ya que no deja de ser un parón en el desarrollo profesional.
Y a todo esto, hay que sumarle que es especialmente difícil conciliar la investigación con la vida familiar pues la ciencia, el trabajo científico, cada vez está peor financiado. Sin financiación no hay ciencia