La recuperación ambiental de La Mina La Jayona, en Fuente del Arco, provincia pacense, ha generado un hábitat de gran interés geoecológico y de una belleza casi mágica que le ha valido el reconocimiento como Monumento Natural. Tenemos ya cinco monumentos de este tipo en nuestra región.
Sin parecerse a nada conocido, La Jayona reúne las características propias de los roquedos verticalizados. Las condiciones de luz, humedad y vegetación de los desfiladeros fluviales, y la fauna y la flora de los ecosistemas mediterráneos propios de Extremadura. Y eso que las condiciones del interior de la mina son muy diferentes a las condiciones del exterior. Dentro de la mina existe un microclima propio con una belleza natural, espectacular. Así lo sienten los turistas y las turistas que han pasado por la misma para conocerla in situ. Y es que, hace ya 100 años que La Mina la Jayona dejó de ser explotada para la extracción de hierro.
Entre 1902 y 1921, más de 400 mineros trabajaron a pleno rendimiento en sus galerías. Allí se extrajeron más de 270.000 toneladas de hierro, con el que principalmente se fabricaba plomo. Un trabajo que los mineros realizaban a pico y pala y que en los últimos años, combinaban con explosivos. Así nos lo contaba, Maria Eugenia Cabezas, guía turística de la mina. Gracias a la llegada de esos mineros y sus respectivas familias, la repercusión económica que tuvo en el pequeño municipio pacense de Fuente del Arco fue de un altísimo impacto, no sólo económico, sino también social. Todavía, algunas vecinas, las más mayores, lo recuerdan
En 1921, y tras el fin de la Primera Guerra mundial cayó la demanda del hierro. La falta de rentabilidad sumada a los conflictos sociales de la época, propiciaron finalmente, el cierre de La Mina la Jayona, que en 1997 fue declarada Monumento Natural de Extremadura.