En la media noche de cada Miércoles Santo, la plaza de Santa María se abarrota de fieles. Tras las puertas cerradas de la concatedral, una de las cofradías más singulares de la capital cacereña aguarda la llamada clave: “Que salga la Hermandad del Cristo Negro, Dios lo quiere así”. Estas palabras marcan el inicio de una de las procesiones más seguidas de la Semana Santa de Cáceres. Apenas son 59 cofrades los que procesionan, bajo túnicas negras de monjes benedictinos. Una procesión complicada al transcurrir por las empinadas calles de la zona monumental y su escasa iluminación. La única luz permitida es la que desprenden las antorchas que portan los integrantes de la cofradía. La máxima de esta Hermandad es ser lo más fiel posible a sus orígenes medievales. La Hermandad fue fundada en 1490 y puede tener relación con la Orden del Cristo, fundada en Portugal por los supervivientes de la Orden del Temple.
La talla del Cristo es de madera africana de color negro, ébano, que data de mediados del siglo XIV. Leyendas y curiosidades giran tanto en torno a la Hermandad como a la talla. Muchos no se atreven a mirar directamente al rostro del Cristo y mucho menos a tocarlo. Un crucifijo que ha procesionado numerosas veces para evitar sequias y epidemias, eso sí, sin salir de la zona de intramuros, ¿Por qué?