El comportamiento del jabalí se caracteriza por la unidad matriarcal. La manada suele hacer trayectos liderados por una o varias hembras adultas acompañadas de sus crías. Al carecer de una buena visión, el jabalí tiene un sentido del oído y del olfato muy sensibles, teniendo la capacidad de reconocer un olor a más de 100 metros de distancia.
En las monterías podemos comprobar la gran astucia de estos animales. Los machos viejos y con gran trofeo, en cuanto se percatan de que el tránsito de coches por la finca es mayor de lo habitual, abandonan sus encames y salen de la mancha antes de que esté cercada totalmente por los monteros. Si la zona que se va montear está cargada de guarros, el viejo macho, esperará paciente el paso de los perros que se entretendrán corriendo detrás de hembras y algún que otro macho joven.
Por ello, en las monterías donde el monte es duro y los cochinos se pueden escudar muy bien, se necesitan rehalas con perros punteros, con codicia, fuerza, ganas de cazar y que sepan dar con los rastros para encontrar a estos viejos astutos, marcándolos en parado y llamando a sus compañeros de batalla, para luchar contra él, para levantarlo de los encames y llevándolos hacia las distintas posturas.