Si en la caza hay arte, este reside en el rececho y su máxima expresión es el rececho con arco.
Uno puede hablar sobre las esperas y tratar de aspectos técnicos o de batidas y monterías y tratar aspectos estratégicos o de cómo ven, oyen o huelen los animales y tratar aspectos fisiológicos. Pero sobre el rececho, al ser algo vivo y cambiante, tan sólo se pueden ofrecer algunas líneas generales, estrategias básicas, conocimientos elementales y consejos sueltos ya qué el proceso del rececho en si, y más tratándose de arrimes tan cerrados cómo exige la caza con arco, es algo tan difícil de explicar cómo el andar con bicicleta, sólo se puede decir qué has de lanzarte y hacerlo, meterte a veinte metros o menos de un animal salvaje al qué la mayoría de los mortales difícilmente podrán arrimarse por debajo de los cien metros es algo que hay que vivir, no se puede explicar.