La alquería hurdana de Riomalo de Arriba es un ejemplo vivo de la arquitectura vernácula extremeña, cicunstancia que le lleva a estarse tramitando su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), dentro de la categoría de Lugar de Interés Etnológico.
Sus viviendas se caracterizan por el uso de materiales locales, principalmente pizarra, madera y tierra, que no solo responden a criterios estéticos, sino también funcionales, adaptándose al clima y a la geografía de la zona. Su trazado urbano irregular, condicionado por la orografía montañosa, y la disposición de las casas en manzanas compactas reflejan un urbanismo adaptado al terreno. La tipología de las casas es modesta: generalmente de planta cuadrangular, con una o dos alturas, cubierta de un solo faldón con lajas de pizarra colocadas sin trabazón y acceso sencillo mediante una única puerta. Este tipo de construcción, conocida como arquitectura negra hurdana, combina austeridad y funcionalidad, reflejando la economía campesina tradicional de subsistencia.
Dentro de la alquería, destacan edificaciones como las escuelas de principios del siglo XX y la iglesia parroquial, ambas construidas con materiales tradicionales y técnicas propias de la comarca.
El reconocimiento como Bien de Interés Cultural permitirá proteger legalmente este conjunto arquitectónico, conservando su autenticidad y valor etnológico. La despoblación de la zona ha favorecido la conservación de las construcciones sin alteraciones importantes, pero también plantea desafíos, como el mantenimiento y cuidado de estas viviendas tradicionales.