No se aprende cazando: La verdadera clave del buen tirador
Martes, 9 Diciembre 2025

No Se Aprende Cazando: La Verdadera Clave del Buen Tirador

 

Los recorridos de caza surgieron como una necesidad de los cazadores británicos, que buscaban seguir entrenando su puntería y técnica cuando la temporada de caza estaba cerrada. Para mantener esa destreza durante todo el año, comenzaron a diseñar lances que imitaban situaciones reales: un plato que simulaba la salida rasante de un conejo, otro más veloz que recordaba a la liebre, trayectorias ascendentes como una perdiz en vuelo o movimientos inesperados como un pato sorprendido. Con el tiempo, esta modalidad fue evolucionando, profesionalizándose hasta tal punto que hoy existen trayectorias tan complejas que ninguna especie cinegética podría reproducir en la naturaleza.

 

Esa evolución ha marcado también la forma de entender el entrenamiento. Muchos cazadores piensan que quien destaca en esta disciplina lo hace por un talento especial, pero la realidad es otra: la clave está en la práctica constante. En mi comercio, lo escucho a diario: “Tú sí que eres buena”. Y siempre respondo lo mismo: “No es que yo sea mejor, es que entreno más”. Si cualquier aficionado dedicara el mismo tiempo a entrenar, seguramente alcanzaría —o superaría— ese nivel. Sin embargo, la mayoría dispara únicamente durante la veda, olvidando que esta modalidad nació precisamente para que los cazadores pudieran perfeccionar su tiro lejos del monte.

 

La enseñanza es clara: no se aprende a tirar cazando, del mismo modo que nadie aprende a competir en un Mundial sin haber entrenado antes. La técnica se forma practicando, puliendo errores y repitiendo lances. Después, cuando llega el día de caza, queda lo mejor: disfrutar del campo, del perro, de los amigos, del almuerzo y de la convivencia que hace grande esta afición. Esa es, al final, la verdadera esencia de la caza: un equilibrio entre preparación, respeto y tradición compartida.