"Noche de paz", un villancico "post-volcánico"
Jueves, 24 Diciembre 2020

La creación del villancico "Noche de paz" es de lo más curiosa, digna de un guion cinematográfico. 

Nos remontamos al mes de abril de 1815. En ese año el volcán Tambora explotó en Indonesia. Fue una explosión muy violenta que arrojó millones y millones de kilómetros cúbicos de ceniza y polvo a la atmósfera. Las corrientes aéreas se encargaron de repartirlas por todo el globo terrestre a lo largo de los meses siguientes, tamizando el aire y provocando una fuerte disminución de la radiación solar en todo el planeta y, consecuentemente, un enfriamiento generalizado. Tanto frío hubo al año siguiente que a 1816 se le denominó “El año sin verano”. Las temperaturas en Europa estuvieron entre 4 y 5ºC más bajas de lo habitual y los inviernos se encrudecieron. 

El otoño de 1818 (dos años después de la erupción del volcán) estuvo marcado por el paso de intensos temporales de nieve en Centroeuropa. Tanta nieve cayó que se dañó el órgano de una pequeña iglesia del municipio austríaco de Oberndorf, muy cerca de Salzburgo. Otras fuentes apuntan a que fueron los ratones, que se refugiaron del frío en los tubos del instrumento. El caso es que llegada el día de Nochebuena y no disponíamos órgano para la Misa del Gallo. 

El párroco Joseph Mohr ideó una sencilla letra en la que se encomendaba al amor fraternal. Hay que tener en cuenta que, además de las penurias del frío y del hambre, Austria estaba aún sufriendo los estragos de las guerras napoleónicas. El religioso encargó a su conocido suyo, un músico aficionado llamado Franz Gruber un acompañamiento musical. Y lo hizo: una sencilla melodía para guitarra. Compuso el villancico “Noche de paz”. 

La hazaña tuvo un gran éxito doble: por un lado, la música en iglesia se tocó por primera vez con otro instrumento que no fuese un órgano; y, por otro, estaba cantada en alemán y no en el estricto latín eclesiástico, con lo cual la gente lo pudo entender. 

Pero aquí no acaba todo. A la primavera siguiente, cuando ya la nieve se retiró, llegó el organero Karl Mauracher a reparar el órgano. Una vez finalizada la tarea, el músico Gruber se sentó y tocó el villancico. Y tan fascinado se quedó el organero, que pidió una copia de la partitura para llevarla a su pueblo, donde vivían dos familias aficionadas a la música. Destacan las adineradas hermanas Strasser que fueron las que pagaron la primera edición impresa de la obra, facilitando su difusión por el resto de Europa. Tal éxito tuvo, que el villancico llegó a Estados Unidos sólo 20 años después, teniendo en cuenta que hace dos siglos las comunicaciones eran muy precarias.

Noche de paz se ha traducido a más de 300 idiomas y fue Declarado Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2011

Quién nos iba a decir que una erupción volcánica en Indonesia ocasionaría la creación de una de las composiciones musicales más famosas de la historia.