Entre las modalidades de caza menor más apasionantes se encuentran, sin lugar a dudas, aquellas practicadas con la ayuda de nuestros perros. Ver cómo trabaja el can para detectar la pieza, cómo la muestra, la levanta o la cobra son momentos insustituibles para muchos cazadores. Canchos de granito, tomillos, escobas, retamas y zarzales… Sin duda, el mejor perro para cazar en escenarios como estos es el podenco.
Ibicenco, canario, maneto andaluz o portugués.
El que sea, pero a ser posible de tamaño medio. Porque si es grande, entra mal en el zarzal, y si es chico, corre poco; así que ni una cosa ni otra.
El canela rojizo de orejas enveladas de siempre. Con pasión que le haga no rehusar ante cualquier dificultad a que lo someta el conejo, que no son pocas, y con latido para indicarnos su recorrido y el de la pieza en zonas de poca visibilidad.