Ella trabajó desde los 5 años cuidando el ganado y haciendo labores domésticas. Con 16 años de edad, se marchó con su madre a Getafe, enviadas por su padre para regentar un pequeño bar en tiempos de la guerra civil y estuvo a punto de morir en un bombardeo. Al terminar la guerra regresó al pueblo y se casó, montando también un bar y después un ultramarino con carnicería en Palomero. Trabajó en el campo al mismo tiempo en las aceitunas y el ganado junto con su marido. En los años 70, emigró a Madrid a trabajar durante unos 5 años y después regresaron de nuevo al pueblo.
Tiene una sola hija, dos nietos y cuatro bisnietos que viven entre Moraleja y Valladolid. En la actualidad vive con su hija, las dos solas en Palomero. Están bastante bien las dos aunque Florencia está un poco sorda y ha perdido algo de vista, pero aún así cocina de maravilla y la comida le sale... ¡Riquísima!