Álvaro, antes de acabar la carrera, un sábado al salir de casa notó mucho ruido en la calle y se dio cuenta que había una jornada de baloncesto 3x3, concursos y gente jugando en la calle al baloncesto. Al pasar por allí había un concurso en el que por sorteo se elegía a tres personas para que tiraran desde quince metros a ver si metían la canasta, el premio era un coche. Para participar había que rellenar un papel con los datos y meterlos en una urna, había casi 5.000 papeletas y eso hizo, eso sí, él se fue a la biblioteca de la universidad y cuál fue su sorpresa cuándo miró el teléfono que lo tenía silenciado y vio que le habían llamado, devolvió la llamada y eran del concurso para decirle que había salido su papeleta. Todo era muy casual, así que le tocó lanzar el tercero, los dos primeros fallaron y cuando iba a lanzar el balón, miró al cielo y dijo que como la metiera se metería a cura y, ante el asombro de todos, consiguió la canasta, el coche ... y hoy lleva alzacuellos.
La canasta con la que Álvaro llegó al sacerdocio
Jueves, 17 Noviembre 2022