Una campaña problemática. Así la define el sector arrocero extremeño, que ya ha comenzado con la siembra de un cultivo que tiene demasiados frentes abiertos. A la sequía y la poca disponibilidad de agua para riego, se suman este año otras dificultades que afectarán negativamente a la producción, como son las importaciones de arroz, la gestión de las materias activas para el tratamiento de las plagas o el encarecimiento de los insumos. Factores que merman considerablemente la rentabilidad del cultivo.
Y, a pesar de que esta campaña se destinan a arroz más hectáreas que en la anterior, la cifra todavía está lejos de un año normal por culpa de la falta de agua, que incluso ha repercutido en el método de siembra elegido por los agricultores.