Manuel Fernández es hijo de barquillero y a pesar de no dedicarse profesionalmente a ello, de vez en cuando deleita con el sabor de antaño a los más cercanos. Su padre sí los hacía y vendía recorriendo las calles del centro de Badajoz con los barquillos.
En una actividad celebrada hace unos días en el barrio de San Francisco de la capital pacense, Manuel (hijo) salió a la calle con su plancha y su barquillera. Muchos mayores de la zona sintieron rejuvenecer con el sabor de su niñez, la mayoría seguramente se los compraron a su padre. "El sabor del barquillo tradicional se hace con carbón y con canela", ha explicado Manuel. " Y hay varios modelos de planchas; con dibujo, lisas.. " cada hermano tiene una en honor a su padre.
Para elaborar este manjar de la calle, a precio de perra gorda, primero se preparaba el batido, una mezcla de aceite, azúcar, harina, canela y agua. Había que dejar calentar la plancha, se ponía la masa y al poco, a disfrutar.
A Manuel le faltó tiempo para sacar la barquillera de su padre, un tesoro que se mantiene intacto a pesar de tener más de 70 años de historia. Una mujer se ha acercado a probar suerte en la ruleta "Está riquísimo, no tiene nada que ver con los envasados (...) sabe exactamente igual". "Con una perra gorda, nos salían uno o dos, pero nunca más de dos",comentaba otra vecina y la más mayor, una mujer de 86 años vecina de la calle Santa Lucía recordó el cante del barquillero, "Para el nene y la nena, barquillito de canela". Sonidos, sabores y olores de las calles de un pasado cercano de no solo Badajoz, sino de todo el país.