La pandemia ha irrumpido con fuerza en nuestras vidas obligándonos a cambiar nuestra forma de relacionarnos y actuar. También ha influido en la toma de ciertas decisiones importantes como, por ejemplo, la de formar una familia. Según la Sociedad Española de Fertilidad, unos diez mil tratamientos se han suspendido o retrasado por culpa de la pandemia. Aquí en la región, lógicamente, también ha ocurrido lo mismo. Hablamos de una reducción del 50% de los tratamientos.
Nos lo explica Francisco García Malpartida, responsable del CERHA, del Centro Extremeño de Reproducción Humana Asistida. Se han reducido, como escuchamos los tratamientos en un 50%, pero es que hay otro dato que también es demoledor: el número de mujeres atendidas en dicho centro, también se ha visto reducido, prácticamente hay un tercio menos. Más de 250 mujeres no han podido ser atendidas
Y es que muchas mujeres y también muchas parejas que deseaban tener hijos antes de la pandemia, han abandonado esta idea tras la llegada de la crisis económica, derivada de la sanitaria. A esto se le suma que la precariedad laboral a la que se ven sometidas y sometidos miles de jóvenes de este país, marca las decisiones a tener en cuenta para que una mujer se quede embarazada. Y por supuesto, la vivienda. Es un factor fundamental para poder construir una familia, ya sea en pareja o en solitario
Una edad de embarazo que cada vez se retrasa más, prácticamente roza los 40 años de edad. Además, en los centros públicos de reproducción asistida la edad máxima para someterse a cualquier tipo técnica de reproducción, ya sea inseminación, fecundación in vitro o crio-preservación, es justamente los 40 años. De ahí, que las mujeres que estaban en lista de espera para someterse a cualquiera de estas técnicas ahora teman no llegar a tiempo. Es el caso de Carmen y Miguel. Así nos lo contaban en Canal Extremadura Televisión
El coste emocional que conlleva estar esperando un tratamiento y que, la mujer, piense que se le acaba el tiempo para poder ser madre, es muy difícil de determinar. Pero existe y hace mucho daño. Del psicológico, del que no se ve, pero que está ahí.