Miremos donde miremos, la realidad es tan dura, que puede dar la impresión de que el mundo es un lugar puramente hostil.
Y lo es en gran medida.
Pero no solo.
A veces encontramos historias que abren puertas a la esperanza al confirmarnos que "lo amable" también ocupa espacios en este mundo.
Merecen ser miradas con detenimiento y narradas sin prisas. Por escasas, recreándonos en ellas.
No son cuentos de navidad, y normalmente sus protagonistas no lucen capa, ni montan a caballo. En sus relatos no aparecen perdices por ningún lado, pero frecuentemente cierran (¿o abren?) con oportunidades y afectos en múltiples direcciones. Eso que todas las personas necesitamos para respirar.
Lo pensamos al conocer a Adnan El Mai y Jamal Benfatih, que siendo niños, con solo 14 y 15 años respectivamente iniciaron su tránsito migratorio en soledad desde Marruecos. Ahora, con 21 años, son nuevos habitantes de Valdefuentes. Llegaron hasta allí como trabajadores del equipo de limpieza de la Residencia de mayores San Agustín, a través de la empresa de inserción laboral Integra-t.
Esta parte de su recorrido se enmarca dentro del Programa de sensibilización y concienciación sobre la despoblación y la necesidad de emprendimiento en el medio rural. Cristina Ruiz Martín- Mora es parte de este programa. Ella como técnica de proyectos de Cerujovi, fue la persona- llave que nos permitió conocer a Jamal y Adnan, y también palpar el efecto directo del programa en la vida de las personas con las que trabaja y en los pueblos extremeños a los que llega.
Precioso engranaje repleto de sensibilidad para cuidar que eso de sentirse en casa y crear comunidad tenga un sentido pleno.
Jamal y Adnan, comparten con Ana Gragera su historia de vida hasta llegar a instalarse en Valdefuentes mientras nos descubren las bondades de vivir en un pueblo, y mientras recorremos la residencia de ancianos en la que trabajan.
Lo que pasó cuando abrieron la puerta para entrar solo puede describirse con sonidos. Os animamos a pulsar en el centro de la imagen.