La canción, una balada folk de atmósfera fronteriza y con forma de nana, se sitúa en la Extremadura de 1936 y narra los últimos días
de vida de un hombre apresado por sus ideas políticas. A la fuerza visual de las imágenes que ha dado forma el director, Jerónimo García Castela, se suma la riqueza instrumental de guitarras españolas y acústicas, trompetas, acordeones, contrabajo y piano. Todo ello, unido a la voz rasgada del músico, da lugar a un producto audiovisual con una enorme carga dramática y emocional que nos hace mirar hacia el pasado y reflexionar sobre nuestra memoria histórica. El videoclip rinde homenaje a todas las víctimas de la represión franquista y, en especial, a los miles de niños, niñas y mujeres cuyas vidas se vieron truncadas por la guerra civil.
