El chico deportista es el chico guay. La chica deportista, la rara.
Es una forma coloquial en la que Miriam Casillas, triatleta olímpica extremeña, presente en dos Juegos Olímpicos y en el Top 10 del triatlón mundial el año pasado, explica una de las dificultades que las deportistas sienten en una edad crítica en la que se produce un gran abandono de la práctica deportiva por las mujeres.
"A los 14-15 años, en mi club casi todas las chicas lo dejaron. La chicas tenían que hacer otra cosa, ir a entrenar no está estipulado que lo haga. En los chicos era algo que estaba muy bien visto. En esa edad que aparecen muchas inseguridades es el momento más crítico. Quieres estar bien valorado y si el deporte no te lo da, hace que mucha gente lo deje. Hubo un momento duro pero pude superarlo pero lo hizo más difícil".
Casillas considera que hay que trabajar desde abajo, que culturalmente el deporte esté igual valorado para los chicos y para las chicas y recuerda también la ausencia de referentes durante su infancia. "Había muchos referentes masculinos. Cuando yo era pequeña, prácticamente no conocía a las triatletas. Era difícil llegar a ellas".
Hoy, asegura que el triatlón es uno de los deportes en los que más igualdad existe o menos se notan las diferencias aunque sigue habiéndolas, sobre todo, en el patrocinio privado.
Sin duda, Miriam Casillas es una de las triatletas que a base de conseguir resultados está dando más visibilidad a las competiciones femeninas.
El viernes pasado comenzaba la temporada con un satisfactorio duodécimo puesto aunque "siempre te quedas con ganas de más, entrar en el Top 10 y corregir errores de cara a la próxima carrera".
Lo próximo no será ya hasta Japón en el mes de mayo en un año marcado por la clasificación olímpica. Y ese es su objetivo, cerrar su presencia nominal en París 2024 esta temporada.