Las pocas precipitaciones caídas durante este otoño comprometen la próxima campaña del arroz, pero podría ser uno de los muchos cultivos que peligran el año que viene, si no llueve lo suficiente los próximos meses. Un riesgo real, a pesar de los esfuerzos de los arroceros de gastar menos agua gracias a la siembra directa. Se hace la plantación en abril sin necesidad de que se riegue y el terreno no necesita inundarse hasta principios de julio.
Un horizonte hídrico muy incierto, que complica aún más la situación de estos agricultores ya que en estas fechas se suman las dudas crecientes a la hora de comercializar ese producto. Aún no saben si el aumento de los insumos podrán incorporarse al precio final cuando el arroz llegue a las cadenas de distribución y al consumidor final. Esta campaña se han recogido en Extremadura unos 155 millones de kilos en algo más de 22.000 hectáreas de las variedades redondo y largo.