La cacereña Esperanza Mendoza es árbitra profesional de baloncesto pero desde que comenzó esta pandemia decidió que debía ayudar todo lo posible desde primera línea de batalla. Comenzó a trabajar en una residencia de mayores en Salamanca y allí ha vivido lo peor que deja esta crisis sanitaria. "Es muy duro despedir a personas mayores que las ves bien y en dos días se marchan", confiesa la extremeña.
A pesar de los difíciles momentos y el agotamiento mental, Esperanza no duda lo más mínimo en que volvería a repetir la experiencia. "Iría otra vez de cabeza, de hecho ya estoy mandando currículums porque soy una persona que me gusta ayudar", afirma. El caso de Esperanza Mendoza es una más de esas historias en la que nuestros deportistas extremeños han dejado a un lado su labor para dar ejemplo en la lucha contra el coronavirus.