6 Octubre 2021, 17:00
Actualizado 6 Octubre 2021, 17:00

¡Qué buena noticia nos hemos llevado el gremio de los meteorólogos este martes! Resulta que el Premio Nobel de Física de este año ha ido a parar a tres físicos cuyas investigaciones han ido a parar al estudio del clima global. Esto es una muestra más de que las instituciones científicas cada vez prestan y valoran más los esfuerzos de numerosos grupos de investigación. 

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Los tres científicos galardonados con el Premio Nobel de Física: Manabe, Hasselmann y Parisi.

Seguro que has oído hablar del “efecto mariposa”: que si una mariposa bate las alas en Brasil, esta perturbación podría desencadenar una serie de fatales sucesos que provocaría la formación de un huracán en la otra parte del mundo. Es un ejemplo clásico (aunque no muy acertado, pero eso es otro tema) para explicar que el clima es caótico y no lineal. En otras palabras: que los comportamientos no son proporcionales y, aparentemente (y recalco: aparentemente) sin un patrón matemático que lo lleve en vereda. 

Que el clima sea caótico impide hacer previsiones meteorológicas fiables a largo plazo

"Los descubrimientos que se están reconociendo este año demuestran que nuestro conocimiento sobre el clima descansa sobre una base científica sólida, basada en un análisis riguroso de las observaciones. Todos los galardonados de este año han contribuido a que conozcamos mejor las propiedades y la evolución de los sistemas físicos complejos", ha afirmado Thors Hans Hansson, presidente del Comité Nobel de Física.

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Contribuciones de los premiados por el Nobel de Física al estudio del clima global. Fuente EFE

Los distinguidos son el estadounidense Syukuro Manabe y el alemán Klaus Hasselmann, que comparten la mitad del premio, por el asentamiento de las bases de nuestro conocimiento del clima de la Tierra, y el italiano Giorgio Parisi, que se lleva la otra mitad, ha sido galardonado por sus contribuciones revolucionarias a la teoría de los fenómenos desordenados y aleatorios.

"Como saben, ya hay muchos fenómenos que muestran que el cambio climático está ocurriendo", dijo Manabe. "Y creo que esa es la razón por la que el tema del cambio climático fue seleccionado para el premio esta vez".

Manabe pertenece a la universidad de Princeton y es unos de los pioneros en la modelización matemática del clima. Sus primeros trabajos se remontan a los años 60 cuando simuló por primera vez en conjunto la circulación atmosférica planetaria, el ciclo hidrológico, las corrientes aéreas y las concentraciones de gases de efecto invernadero. Ya atisbaba que si la concentración de CO2 aumentaba, la temperatura lo mismo y fue la primera persona en explorar la interacción entre el balance de radiación y el transporte vertical de masas de aire. Estos primeros avances son la base de los actuales modelos climáticos de los que tanto hablamos aquí. Comparte con el climatólogo James Hansen (de la universidad de Columbia) del Premio BBVA Fundación Premio Fronteras del Conocimiento en la Categoría de Cambio Climático, en su novena edición (2016) de sus galardones.

Un premio valorado en 10 millones de coronas suecas que al cambio vienen a ser casi un millón de euros. 

También por aquí hemos comentado que los últimos eventos climáticos extremos que hemos vivido a gran escala (como la ola de calor de Canadá de este verano con los 50ºC en Lytton o las inundaciones en Alemania) no son explicables desde el punto de vista natural, que las matemáticas no los vincula con la propia variabilidad natural del clima. 

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Sede de la Universidad de La Sapieza, en Roma. 

Pues en este ámbito ha trabajado el segundo premiado, el físico Hasselmann, del Instituto Max Planck para la Meteorología en Hamburgo (Alemania), que una década después de Manabe creó unas herramientas matemáticas (llamadas “fingerprinting”, huellas climáticas) capaces de discernir qué parte del clima futuro es natural y qué parte es alteración antrópica debido a los gases de efecto invernadero. Fue galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, en la categoría de cambio climático, en su edición del 2009.

El tercero es Parisi, de la Universidad de Roma La Sapienza, y se ha llevado la mitad del premio. Comentaba al principio que los sistemas caóticos parecen no tener orden, pero sí lo tienen. Es algo similar a las personas que, aparentemente, son desordenadas: que en su desorden, tienen su orden. Este comportamiento tan irregular lo podemos encontrar en prácticamente todas las escalas de la vida: desde el mundo atómico hasta a escala planetaria. Y no sólo en Física, sino también en Biología o en Neurociencia. Es lo que se conoce como “Teoría de los Sistemas Complejos” cuyos inicios fueron en los años 80. Este físico ha aplicado sus conocimientos a temas tan dispares como las edades de hielo o el murmullo de miles de estorninos. 

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Sencillo sistema de ecuaciones caótico, ya que las variables están entremezcladas lo cual impide una solución exacta (analítica, dicen los matemáticos).

"Creo que es muy urgente que tomemos decisiones reales y muy fuertes y que avancemos a un ritmo intenso y decisivo", dijo el premio Nobel de 73 años.
Desde la academia recuerdan que los modelos muestran claramente un efecto invernadero acelerado. En consecuencia, las mediciones de temperatura muestran que el mundo se ha calentado 1° C durante los últimos 150 años. «Ya no podemos decir que no lo sabíamos, los modelos climáticos son inequívocos», señalan. Y nosotros somos los responsables.

Poco a poco las instituciones van prestando cada vez más atención a la problemática del cambio climático. La Academia Sueca otorgó en 1995 el premio en Química al mejicano Mario Molina, al estadounidense Rowland  y al neerladés Crutzen  por sus investigaciones en la química atmosférica que permitieron descubrir el agujero de la capa de ozono; y en 2018 el premio de la Paz (¿?) al exvicepresidente Al Gore (con no pocas críticas) y al Panel Climático de la ONU. Ese mismo año economista William Nordhaus fue galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, por sus estudios sobre la incidencia del cambio climático en la economía.