8 Abril 2021, 16:23
Actualizado 30 Marzo 2022, 09:30

La vida de José Trejo no es precisamente aburrida ni rutinaria, pues este extremeño lleva 15 años recorriendo el mundo de extremo a extremo en busca de aventuras difíciles y, en la mayoría de los casos, en solitario, lo que otorga más valor si cabe al reto.

Precisamente su última aventura fue en solitario y para el aventurero supuso todo un reto superar una experiencia tan extrema con la única compañía de su sombra durante los meses que duraba la travesía.

José Trejo ha recorrido lugares inhóspitos de República Dominicana, Groenlandia, Estados Unidos, Canadá, Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, Australia o Nueva Zelanda. 

Un reto nuevo cada día

Cuando se embarca en una de estas aventuras, José Trejo no sabe qué se va a encontrar al día siguiente porque, dice, este es el principal atractivo de este estilo de vida que practica desde hace años.

“Al principio llevaba una guía, pero me di cuenta de que lo que me apetecía era conocer cada día qué había más allá del horizonte”

La naturaleza, el riesgo, las grandes extensiones despobladas y los sitios desconocidos son las aristas sobre las que se levanta este proyecto aventurero que lleva a cabo los meses del año que dedica en exclusiva a ello, algo para lo que se prepara trabajando duro el resto del año.

Sus inicios

El primer gran viaje a modo de aventura que realizó el extremeño José Trejo fue a Australia, pero si hay una aventura que le ha marcado por llevar al extremo su capacidad de reacción y su instinto de supervivencia fue en una travesía en mitad del océano atlántico.

José se encontraba cruzando las aguas oceánicas a bordo de un barco velero de pequeña envergadura cuando le sorprendió una tormenta tropical que les hizo perder el control de la embarcación en mitad del océano.

“Perdimos el gobierno del barco. El timón se soltó en mitad de la noche”

Todo esto ocurría en su primera navegación oceánica en mitad de la travesía que une América y Europa y en plena noche, con olas que superaban los cuatro metros de altura y con la amenaza de colisionar con un buque mercante de 200 metros de longitud que se dirigía hacia ellos.
 

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