La caza, como actividad motriz que es, y en mayor o menor medida, va a demandar unos requerimientos físicos concretos, al margen de otros requisitos de tipo social y psicológico propios de cada modalidad. Por lo tanto, la caza conlleva, por un lado, disponer de unas condiciones físicas y técnicas (gestos y posturas para disparar o forma de andar), tácticas (métodos de abatimientos para levantar las piezas) y psíquicas adecuadas. Y, por otra parte, minimizar al máximo los riesgos para las personas que la practican y para terceros.
Por otro lado, para muchos cazadores la idea de salir al campo sin su perro es algo impensable. Muchos de ellos practican la caza únicamente por compartir esos momentos con su binomio. Para ello ambos necesitan una adaptación exigente unas semanas antes de empezar la temporada y un mantenimiento en época de veda.