Son nuestros compañeros inseparables de cada invierno. Los hay claros y oscuros. Más líquidos o más espesos. Hablamos de los mocos.
¿Por qué tenemos mocos en invierno? Durante el invierno… y durante todo el año. Es una creencia muy extendida de que sólo tengamos en la época más fría del año, pero los tenemos los 365 días. Lo que ocurre es que en invierno son más evidentes.
Dentro de la nariz contamos con las células calciformes que producen este líquido viscoso. Estas células cuentan, además, con unos pelillos llamados cilios. Estos cilios empujan, por lo general, la mucosidad hacia la garganta y de ahí al estómago para su destrucción por las enzimas gástricas. Vamos que estamos todo el día tragando mocos. Pero las bajas temperaturas del inverno paralizan esos cilios favoreciendo que los mocos caigan por la nariz.
El frío hace que, además, produzcamos mayor cantidad de mucosidad porque una de las funciones que tienen los mocos es caldear el aire antes de entrar a los pulmones.
La otra es de barrera protectora. Hay estudios que avalan que llegan a retener hasta 200 tipos de virus que nos podrían acarrear enfermedades ya que el moco, además de agua, contiene una mezcla de glicoproteínas y de proteoglicanos, con altas concentraciones de anticuerpos.
Y no sólo el Hombre tiene mocos, los tienen todos los mamíferos, las aves (por tener el pulmón más evolucionado) y los reptiles ya que la utilidad del moco, como ya hemos visto, está vinculada con la presencia de pulmones; los anfibios segregan mucho menos moco porque sus pulmones son más rudimentarios y además respiran por la piel; ni los peces ni los invertebrados cuentan con este tipo de segregación.