La historia del pan es, literalmente, la historia de la civilización. Acompaña al ser humano desde que empezó a cultivar la tierra y se convirtió en uno de los alimentos más antiguos y universales que existen.
Hacia el 3000 a.C., los egipcios descubrieron la fermentación: probablemente una masa olvidada se infló por la acción de las levaduras naturales. Aquel hallazgo cambió la forma de alimentarse del hombre y desde entonces, el pan pasó a ser un alimento básico y símbolo social. No en vano, los obreros que construyeron las pirámides recibían pan y cerveza como parte de su salario.
Miles de años después, ese mismo producto sigue ocupando un lugar central en nuestra dieta y en nuestra cultura. Y en Badajoz, hay quien ha hecho del pan no solo su oficio, sino una manera de entender la vida.
Eugenio Garrido Acevedo, creador de Pan Contigo, lleva más de una década elaborando pan “haciendo disfrutar y vendiendo salud”. Su negocio se ha convertido en un referente para quienes valoran la tradición, la fermentación natural y el sabor auténtico de un alimento tan sencillo como esencial.
Garrido nos guía en un recorrido temporal y espacial por el particular universo panadero. Y parte de una idea clara: el pan se consume en el 90% de los países del mundo, casi siempre como fuente de energía a través del cereal. “El proceso puede variar”, explica, “pero la base es la misma”.
En cada cultura, el pan adopta una forma distinta, pero el espíritu que lo une es común: nutrir y reunir. Desde los primeros panes planos cocidos sobre piedras calientes hasta las actuales masas madre y fermentaciones lentas, el pan sigue siendo el hilo invisible que conecta pasado y presente.