Después de dos años, la Feria ha vuelto a Zafra de manera presencial. Sin embargo, la pandemia ha hecho que esta edición luzca diferente.
Los visitantes podrán contemplar y comprar ganado, pero no podrán tomarse un pincho ni tomar unas copas, ya que no hay casetas.
Otra de las señas de identidad de este certamen, los puestos comerciales, tampoco están. Estos stands, en los que se podían comprar desde un tractor a la última sartén antiadherente, atraían a un buen número de curiosos y compradores.
El coronavirus ha dejado también sin diversión a los más pequeños. El bullicio de las atracciones y los gritos de los más jóvenes también están ausentes.
Además, la duración de la feria se ha reducido: solo cuatro días que no coincidirán con el fin de semana.
Todas estas modificaciones tienen un objetivo claro: evitar contagios de coronavirus y garantizar la salud de todos los asistentes.
Por ello velarán 150 efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Agentes que controlarán los aforos tanto en exteriores como en pabellones y que vigilarán que se cumplen las normas sanitarios establecidas por la pandemia.
Pero, a pesar de las restricciones, la Feria de San Miguel sigue siendo una de las citas ganaderas más importantes a nivel nacional e internacional.