Son dos amantes de la naturaleza y han logrado un modelo de negocio prometedor en la provincia de Cáceres. Álex y Miguel son dos jóvenes de 23 y 27 años amantes de la naturaleza. El primero se embarcó en esta aventura sin ningún tipo de pretensión. Solo quería cultivar algo porque desde pequeño le había llamado la atención el mundo de la agricultura. Fue un familiar el que le dió fambuesos y durante dos años estuvo experimentando él solo con ellos. Después conoció a Miguel, su actual socio, y ahora cuentan con una finca de frambuesos que cuidan de forma muy cariñosa y con distintas variedades.

Es una apuesta arriesgada pero muy atractiva para los segedanos. Borja regenta un restaurante japonés en este municipio, pero o que muchos no imaginan es, que una vez acudan al local y reciban la carta para elegir plato, pueden apostar por comer jamón extremeño en diferentes texturas en un roll de sushi, en definitiva, la fusión de nuestros productos más típicos con lo oriental y lo más nuevo.

Ya se pueden escuchar las primeras notas del estallido de la berrea. No hay sonido más extremeño en esta época que este, el cual da la bienvenida al otoño en el Parque Nacional de Monfragüe. Viajamos al centro del pulmón extremeño para conocer de primera mano el bravido que usan los ciervos para atraer a las hembras en el único momento del año en el que ambos se juntan.

Angel Recuero es uno de los herradores más experimentados de la región. Tiene 56 años y junto con su hijo Julio de 28 forman un tándem perfecto. Recorren Extremadura herrando caballos. Hoy nos reciben en un lugar idílico de Mata de Alcántara, la ganadería de Miguel Luján nos abre sus puertas; en medio de una espectacular dehesa, sus caballos crecen en libertad y, en esta época, con un montón de potros recién nacidos.

José Antonio se define como una persona que “da vida y forma a lo que no existe en ningún sitio”. ¿Cómo lo hace? Se deja la piel en ello y trabaja con la piel y el cuero para hacer posible diferentes objetos y diseños que le piden. “Yo aprendí de mis padres y abuelos, que hacían con cuerda, madera y cuero diferentes aperos para el campo y para las bestias”, dice. Él ha refinado su técnica y da forma a diferentes elementos que le solicitan. Este oficio cada vez cuenta con menos profesionales que se dedican a ello, pero como bien dice José Antonio, sigue habiendo elementos para caballos o burros que sí o sí deben hacerse de cuero.

Este hombre de Torre de Don Miguel disfruta de su jubilación, de sus amigos y, como no, de su antigua bodega que anteriormente era el lugar donde habitaba. Dedica gran parte de su día en hacer vino de pitarra, instrumentos y utensilios como cuchillos o hachas. No hay día que no le de vueltas a las barricas de vino que él mismo elabora pero la cosa no queda aquí porque, además, es un aficionado a hacer platos típicos extremeños.