Hay un consenso generalizado en nuestro país: nueve de cada diez personas consideran que el cambio climático existe. Da igual si se vive en el campo o en la ciudad, si se es de izquierdas o de derechas. Así lo recoge el estudio "Vaciada ¿y verde? Actitudes de la España rural ante el cambio climático y el ecologismo" elaborado por Oikos y Legados.
La sequía, lo más preocupante
La falta de agua y sus consecuencias es una de las mayores preocupaciones. "El campo está muy preocupado por el impacto económico de la sequía y la pérdida de rendimiento de las cosechas", dice Toni Timoner, coautor del estudio. Hay un apoyo mayoritario, del 75 %, para restringir el uso del agua en actividades de ocio. Pero menos de la mitad respalda limitar el agua para regadío: "El campo ve con cierta aprensión y reticencia que se limite el uso del agua para algo que es fundamental para su actividad económica. Es lo que menos apoyan y apoyan mucho menos en el campo que en la ciudad".
El uso de los combustibles fósiles, polarizado
En cuanto a los combustibles fósiles, cuenta Timoner, hay polarización. "El campo es reticente a limitar su uso porque impacta en su movilidad, basada en vehículo particular, tractores y camiones. En la ciudad no lo perciben tan problemático porque tienen más transporte público y más alternativas". También tiene mucho que ver la ideología: cincuenta puntos porcentuales de diferencia entre los votantes de izquierdas que respaldan la limitación de estos combustibles y los de derechas que lo apoyan de forma minoritaria.
Energías renovables y centrales nucleares: más en el campo que en la ciudad
Si hablamos de renovables, el estudio asegura que en general "todos los votantes apoyan la instalación de renovables pero el de izquierdas es mucho más entusiasta. El de derechas es más prudente. Además, cuando al ciudadano de campo se le dice que elija entre poner renovables o continuar con el uso agrícola, opta por el uso agrícola. En la ciudad dicen: no, pongamos renovables".
Sobre las centrales nucleares, el informe recoge que los entrevistados rechazan nuevas plantas sobre todo en la provincia donde se resida, independientemente de vivir en el campo o en la ciudad o a qué partido se vote.
Por último, señala que la caza en el campo es consustancial con la gestión del medioambiente y la fusión con la naturaleza. Y el mundo rural no entiende el apoyo a estrategias ecologistas relacionadas con la superpoblación o la necesidad de un decrecimiento económico para reducir las desigualdades sociales.