En las proximidades al cementerio ubicado en la carretera que comunica la alquería de Aceitunilla con Nuñomoral, se ha observado en diversas ocasiones la presencia de un niño blanco, una figura fantasmal a medio camino entre un feto y un pequeño de corta edad, que aún hoy continúa atemorizando a los vecinos de la comarca.
Los periodistas Iker Jiménez, Israel J. Espino y David Silva, recordaron esta historia el pasado domingo en un extenso reportaje del programa Cuarto Milenio, haciéndose eco de un relato que ya plasmó Jiménez su libro El Paraíso Maldito, dedicado íntegramente a fenómenos y misterios acontecidos en Las Hurdes.
La aparición que nos ocupa siempre se produce de noche, acompañada de lloros y gritos, sin que nadie haya podido hasta la fecha interpretar sus gestos ni lamentos. Infunde temor "en hombres hechos y derechos que acaban corriendo porque nadie sabe exactamente qué es" afirma Espino.
Desde 1870 hasta ahora
La primera vez de la que se tiene constancia fue en 1870 ante diez aterrorizados testigos. Desde entonces se cuentan al menos una decena de casos similares. Uno de ellos lo corroboraba Pedro Martín: "Sucedió una noche cuando iba en dirección a mi casa en moto. Poco antes de llegar se me paró en una curva, justo en un lugar que siempre me había producido algo de respeto. Miro y me encuentro con un crío vestido todo de blanco. Parecía un monaguillo con una chilaba blanca" apuntaba. A los pocos instantes, el niño desapareció entre la tapia del camposanto.
Poco antes de llegar se me paró en una curva, justo en un lugar que siempre me había producido algo de respeto. Miro y me encuentro con un crío vestido todo de blanco
Otro de los testimonios recogidos en el reportaje lo cuenta José Mª Domínguez, historiador y cronista de Ahigal, que sitúa la presencia en una casa aislada donde vívía una familia. La abuela escuchó llamar a la puerta y cuando abrió se topó con la silueta "de un niño vestido con un babi blanco que le llegaba hasta los pies" concreta.
Un acontecimiento similar vivieron un 14 de julio de 1987 Juan José Azabal y sus amigos. De forma imprevista de unos matorrales "surgió una especie de feto con una cabeza desproporcionada". La pandilla al completo contempló esa figura presos del pánico y salieron huyendo hasta llegar a Aceitunilla.
"En cuestión de segundos vi un cuerpo flotando, suspendido en el aire, con los brazos estirados, que se acercaba a mi.
David Gutiérrez también vivió en primera persona una de las últimas apariciones del Niño Blanco hurdano. Fue una madrugada de agosto "en cuestión de segundos vi un cuerpo flotando, suspendido en el aire, con los brazos estirados, que se acercaba a mi. Era una figura muy blanca con los ojos muy grandes. Sentí tanto miedo que salí corriendo a la habitación de al lado. Cuando regresamos al dormitorio ya no había nada"
Unos hechos que engrandecen aún más la leyenda de una comarca nada convencional y que no precisa de ningún fenómeno extraño para sorprender gratamente a todo aquel que la visita.