En el Día Mundial contra el cáncer, historias como la de Julia Noriega sobrecogen. Si ya de por sí es duro tener esa enfermedad, en su caso cáncer de mama, más duro es que te lo diagnostiquen en febrero de 2020 y se interponga una pandemia. "Fue un auténtico shock" reconoce, y cuenta que a finales de marzo, en pleno estado de alarma, cuando la operaron, sintió mucha soledad, y eso que ingresó a las ocho de la tarde abrumada por los aplausos hacia los sanitarios.
"La pandemia me robó los abrazos que necesitaba"
Pero a ella le falto algo muy importante, la compañía. Asegura que la pandemia le privó de los abrazos que tanta falta le hacían. El poder tomarse un café con un amigo para desahogarse. Pero además el COVID incrementó la sensación de indefensión y miedo. Con sus defensas muy bajas por la quimio cualquier contagio podría haber resultado fatal.
Tampoco ayudaba la saturación de la atención primaria, con citas que se demoraban más de una semana y que encima eran telefónicas. "He tenido suerte porque me lo diagnosticaron al inicio de la pandemia", asegura. El diagnóstico temprano de un cáncer es clave para atajarlo y hay muchos pacientes que lo han visto retrasado por falta de revisiones. El COVID impedía ver más allá.
"Pasas mucho miedo y escribir ha sido una terapia para mí"
En su blog 'Un bicho dentro y otro fuera' esta periodista de RNE plasma todo por lo que ha pasado y le ha servido para desahogarse y sentir la cercanía de los que están en su lugar. Ahora que está mucho mejor y que por fin puede recibir esos abrazos, siente que tiene muchas ganas de vivir.