Los yacimientos de wolframio, niquel, cobre, uranio y, sobre todo litio vuelven a poner de actualidad una industria con miles de años de historia. Valdeflorez en Cáceres tiene el segundo mayor yacimiento de Europa de "oro blanco", como se conoce al litio; cuyas reservas también encontramos en Las Navas, cerca de Cañaveral, también en la provincia de Cáceres. Hay uranio en la zona de la Sierra Suroeste de Badajoz y aún queda níquel y cobre por extraer en Aguablanca, en Monesterio. Minerales fundamentales para elementos como los vehículos eléctricos, los paneles solares o los molinos que producen energía eólica.
Todas ellas son minas a cielo abierto, aunque la empresa que quiere explotar el litio en Cañaveral espera poder combinar la extracción a cielo abierto y en galería o subterránea. Para la delegada en Extremadura del Colegio Oficial de Geólogos, Isabel María Martín, la práctica a cielo abierto "tiene un impacto menor sobre el medio ambiente porque la regulación europea es muy estricta", algo que los ecologistas no ven tan claro. Según Ángel García, coordinador de Ecologistas en Acción en Extremadura, "dejaremos a nuestros hijos una región llena de agujeros y expoliada".
Otra de las cuestiones más polémicas es la necesidad de abundantes recursos como el agua, el gas o la electricidad. "Este tipo de industrias mineras llevan aparejada la necesidad de consumir mucha agua, y el agua es un recurso escaso en Extremadura", explica García.
Sin embargo, la geóloga cree que los beneficios son indudables y los perjuicios mínimos. "Fija población en el territorio de explotación, genera mucho empleo y, entre otras cosas, mejoraría las infraestructuras", puntualiza la delegada del Colegio de Geólogos.
Minas como las que se proyectan en la región tienen una vida media de explotación de entre 20 y 30 años y, en los casos más pequeños, da empleo a entre 200 y 300 personas.