Las nuevas tecnologías y las redes sociales han generado nuevas formas de denigrar a la mujer. Surgen de este contexto digital nuevos términos, como el body count, que nació como un concepto bélico para referirse a soldados caídos en combate. Ahora, adquiere nuevas connotaciones y hace referencia al número de parejas sexuales de una persona. Se utiliza para ambos géneros, pero con una mirada negativa hacia las mujeres. En este sentido, se pueden encontrar comentarios como "si tu body count supera cierto número no lograrás encontrar un marido".
El lenguaje cambia, pero el mensaje es el mismo: siempre se señala a las mujeres que tienen tanto sexo como quieren, y a mayor número más valor pierde. Ana María González, profesora en la Universidad de Extremadura y experta en estereotipos de géneros, reconoce que "volver a ver estas negativas referencias a la libertad de la sexualidad femenina es como volver al pasado", pues se creía que ya estaba superado el ver la vida sexual femenina con una mera finalidad reproductiva.
Jóvenes de entre 16 y 19 años
Según datos del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, son las mujeres jóvenes las más propensas a ser víctimas de este tipo de ataques. Se trata de ideas machistas que ya existían, que nunca se han ido, pero que ahora se han renombrado. Este tipo de violencia se acoge bajo el paraguas del slut shamming, es decir, despreciar a una mujer basándose en su actividad sexual. El colectivo más vulnerable a sufrirlo son las mujeres jóvenes de entre 16 y 19 años. Muchas extremeñas, de este rango de edad, aseguran haber sufrido esta clase de agresiones digitales o alguna variante.
"Chica kilómetro 0" (aquella que tiene algo de experiencia, a diferencia de 'un coche a estrenar' que sería una mujer virgen) o "chica 3:59" (a solo un segundo de 'ponerse en 4') son otras expresiones que reiteran en la misma idea. Todos ellos se originan en los que se denomina la manosfera, conjunto de comunidades en línea que se centran en cuestiones masculinas y están en contra del feminismo. Nacen aquí también subculturas como los incels o célibes involuntarios, y red pill, supuesto despertar de los hombres de una realidad impuesta por el feminismo.
"Esta visión negativa ha encontrado un eco en plataformas, con millones de seguidores", opina Ana María González, que añade que estos sitios webs "están empujando a hombres a creer que tienen razón, que el feminismo no es un movimiento social". Estos grupos digitales afirman que el feminismo no busca la igualdad, sino la posición de la mujer por encima del hombre, nada más alejado de la realidad. Y estas ideas llegan y se afianzan con fuerza en grupos susceptibles, como son los menores.
En cualquier caso, esta forma de pensar evidencia una resistencia al avance de los derechos de las mujeres. Frente a este tipo de nuevas violencias digitales, es esencial promover una educación sexual integral y respetuosa. Esto cobra especial sentido en nuestra región, donde los delitos de índole sexual a menores han aumentado. Ana María González, va más allá, educar a los niños en los colegios, pero también a las familias, "si no cambiamos esos referentes vamos a seguir dejando en manos de las redes sociales la educación de nuestros hijos".
Para avanzar es fundamental terminar con los arquetipos masculinos y femeninos, y entender que "cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede".