Este 22 de octubre se cumplen seis décadas del mayor accidente laboral registrado en Extremadura y uno de los más graves de España: la rotura de la presa de Torrejón el Rubio en 1965. La tragedia, que oficialmente dejó 54 víctimas mortales, aunque el número real podría ser mayor, ha sido recordada este miércoles con un emotivo homenaje por parte de familiares y autoridades.
La presa formaba parte de los Saltos de Torrejón, una infraestructura única en Europa que incluía dos embalses, uno en el Tajo y otro en el Tiétar, conectados por un canal para trasvasar agua y generar electricidad. Más de 4.000 obreros, conocidos como “pantaneros”, trabajaban en su construcción desde 1959.
El 22 de octubre de 1965, una sirena rompió la calma en Monfragüe. La compuerta de una de las presas, debilitada por la presión del agua tras un otoño lluvioso, reventó. El torrente arrasó todo a su paso, atrapando a decenas de trabajadores. “Eso era una trituradora”, recuerda Segundo Díaz, uno de los obreros que vivió el desastre.
Isidoro Campos, otro superviviente, relata cómo logró salvarse por segundos: “Yo corrí pállá y él p’acá… él se encontró el agua de frente y yo de espaldas y salí huyendo”.
Los cuerpos fueron recuperados por sus propios compañeros. No hubo investigación ni responsables. La empresa Hidroeléctrica Española indemnizó a las familias con 20.000 pesetas, unos 120 euros actuales, una cantidad que muchos consideran una limosna frente a la pérdida de una vida.
Hoy, 60 años después, Extremadura recuerda a los que murieron en silencio, víctimas de una obra faraónica que terminó en tragedia.