
La Unidad II de la Central Nuclear de Almaraz ha vuelto a conectarse a la red eléctrica esta pasada noche, tras más de una semana completamente parada. Durante este periodo, los dos reactores de la planta extremeña han permanecido desconectados, una situación poco común que ha coincidido con una bajada de la demanda energética y un fuerte repunte de la generación renovable en el país.
Los motivos de la parada
Según fuentes del sector, las intensas lluvias de las últimas semanas habían impulsado notablemente la producción eólica, fotovoltaica e hidráulica, desplazando a otras tecnologías como la nuclear en el mercado eléctrico. A ello se había sumado el efecto de las vacaciones de Semana Santa, que redujo el consumo eléctrico en todo el país.
El parón simultáneo de los dos reactores, que se prolongó durante varios días, ha sido calificado como histórico por el propio Foro Nuclear, al tratarse de la primera vez que Almaraz detenía por completo su actividad por motivos económicos. Ignacio Araluce, presidente del organismo, señalaba una vez más el pasado lunes que el alto coste fiscal que soportan las centrales, junto con los bajos precios de la electricidad, puede hace inviable mantener la producción nuclear.
La Unidad 1 permanece inactiva
De momento, la Unidad I de la Central Nuclear de Almaraz permanece parada y sin fecha concreta de reactivación, aunque no es la primera vez que esta unidad queda fuera de servicio durante un periodo prolongado: ya en marzo de 2024 estuvo detenida durante 18 días debido a causas similares.
Fiscalidad y gestión de residuos
Desde la Junta de Extremadura han reconocido la presión fiscal que sufren las empresas propietarias de la planta, a las que acusan de estar sometidas a una “extorsión fiscal”, aunque restan dramatismo al episodio, que califican de puntual. En contraste, organizaciones antinucleares han interpretado este parón como una muestra más de la creciente irrelevancia de la energía nuclear en el mix energético español. También han insistido en la necesidad de que las centrales asuman los costes de gestión de sus residuos radiactivos, que seguirán activos durante décadas.